jueves, 25 de junio de 2015

'Encontrar la Belleza' por José Luis Moreno

Pienso en lo fácil que es perderse cosas, si no estamos atentos. 

Lo cierto es que todo está ahí y nos lo vamos perdiendo voluntariamente; porque queremos o no elegimos adecuadamente. Realmente sólo hay que fijarse un poco, detenerse, olvidar, observar y ser conscientes de que no sabemos si habrá mañana y este es el único momento que podemos tener con seguridad. Ahora. Vivir el ahora intensamente.




Todo en la vida tiene un precio, a eso nos han acostumbrado, así nos hemos educado. Pero no es cierto. Hay muchas cosas, gracias al Eterno, de un valor incalculable, que son impagables y coinciden, realmente, con ser las más importantes. Son esas cosas a las que el valor se lo ponemos cada uno, ese valor no material.

En esta época salimos, por ejemplo, al campo.  El campo va cambiando de color de una estación a otra: de la primavera al verano, del verano al otoño hasta volver a comenzar el ciclo verdoso del invierno a la primavera.  Llega la cosecha del cereal y todo se cubre de un color dorado, áspero, pero brillante. Nace la hierva y la tierra se cubre de un manto verde que brilla con esas gotas de escarcha en el amanecer. 

En el campo, encontrar la belleza es tan fácil como detenerse y sentarte sobre las piedras de una linde a contemplar el anochecer.

Cuando el rojizo del sol se confunde con la tierra, comienzan a aparecer, bailarinas en forma de estrellas, resplandecientes y envueltas en un azul oscuro que avisa de la llegada de la noche.

Vivir un momento así no tiene coste alguno. Está al alcance de todo aquél que desee disfrutarlo. Es de tal valor que si tuviésemos que ponerle un precio, no seriamos capaces de calcularlo.

Es un derroche de vida, de silencio, de esencia humana en conexión con la naturaleza, con la tierra, con la vida.

Por eso, debemos recordarnos constantemente lo fácil que es recuperar lo esencial. 



Contemplar el nacimiento de los primeros frutos del huerto: ese primer tomate adelantado, los primeros racimos de la parra,  los higos, los almendrucos que hacen doblar las ramas del almendro por el peso. Todo se convierte en belleza si eres capaz de observarlo, de vivir el instante, de agarrar lo bello.

Ser capaz de sentir, también, la sonrisa del abuelo y el nieto, de los padres; ese cantar de los pájaros que convierten en música sus diálogos.

Disfrutar corriendo, o paseando, por esos caminos que queremos imaginar llevan a no se sabe dónde. Escuchar la naturaleza mientras caminamos o descubrir esa flor entre las hierbas.

Eso, simplemente,  es la vida.

Como la vida es el sol, la luna, las estrellas, el cielo y el campo que aquí toman formas diferentes porque los veo diferentes. Los veo como yo quiero verlos.

Y es que todo depende de cómo miremos las cosas. Encontrar la belleza en lo simple, produce un efecto emocional bien distinto al que produce comprar la belleza, o eso que creemos bello, en un instante. 

El instante que se compra, desaparece,  no deja poso. El instante puro, como éstos, esos que encontramos sin buscar,  permanece siempre.

La belleza se encuentra en cualquier parte, en cualquier cosa, en cualquier gesto: en una canción, en un susurro, un poema o, simplemente, sintiendo el acariciar del viento. Es querer.



Y por cada instante, no olvidemos dar gracias al Eterno. Vivir es un privilegio, desperdiciar vivir es de estúpidos.

lunes, 22 de junio de 2015

Cómo Desarrollar La Inteligencia Emocional





Probablemente a todos nos gustaría ser más inteligentes y poder sacar más provecho de ello.

En el caso de la inteligencia emocional, esta implica un concepto que pocas veces comprendemos claramente.

¿Qué significa ser inteligente emocionalmente? ¿Cómo desarrollar la inteligencia emocional? ¿De qué manera nos puede ayudar este tipo de inteligencia?

En las últimas décadas se ha investigado mucho sobre el tema, y entre los diversos estudios destaca el del doctor estadounidense Daniel Goleman.

En sus investigaciones, Goleman explica el concepto de inteligencia emocional y la forma en que podemos desarrollarla para sentirnos mejor.
¿Qué es la inteligencia emocional?

El especialista Goleman la define a través de cuatro acciones. Ser inteligente emocionalmente es:

1-Conocer e identificar tus emociones

El punto clave para ser inteligente emocionalmente es que seas capaz de conocer cuáles son tus emociones.

Poder identificar el modo en que te sientes cuando estás frente a determinadas circunstancias es fundamental.

Existen cuatro emociones básicas que dan origen a todas las demás: la ira, la ansiedad, la tristeza y la felicidad.

2-Manejar tus emociones

Tener control sobre ellas y que no sean tus emociones las que te controlen a ti.

El ser capaz de identificarlas es lo que te permite disparar tu propio mecanismo de control.

3-Motivarte a ti mismo

Las emociones son las disparadoras de la acción. Si eres capaz de motivarte, tienes en tus manos el poder de la acción.

Si puedes identificar y manejar tus emociones adecuadamente, no te quedarás paralizado por las mismas y encontrarás motivación para actuar, tomar las riendas de tu vida y dirigirla hacia donde deseas.

4-Identificar las emociones de los otros

Poder reconocer las distintas emociones de las personas con las que compartes tu vida cotidiana es fundamental.

Es lo que se llama empatía: la capacidad de comprender mejor cuáles son los estados de ánimo por los que están pasando los demás, identificándote con el otro en sus emociones.

Cuando puedes percibir lo que el otro está sintiendo o por lo que está pasando, mejoran sensiblemente las oportunidades de una buena comunicación y las relaciones personales.

5-Establecer vínculos saludables con los demás

Te sentirás mucho mejor al establecer relaciones auténticas, sinceras y en las que puedas expresarte libremente.

Además de ello, los vínculos saludables te fortalecerán frente a tus propias vulnerabilidades, pues no te sentirás solo en las situaciones difíciles.

La mejor forma de corroborar que has comprendido el concepto es poniéndolo en práctica y experimentar buenas relaciones y sensaciones.

Los problemas y las dificultades siempre están presentes en la vida de todo el mundo, la clave es saber manejarlos de forma que podamos ser felices a pesar de todo.

8 pasos para desarrollar inteligencia emocional.

Todos podemos ser emocionalmente inteligentes, solo se trata de poner en práctica ciertas pautas. Usar adecuadamente las herramientas que tenemos disponibles es el camino para lograrlo.

A continuación van algunas de ellas:

1-Identificar y manejar tus emociones adecuadamente

Trata siempre de reconocer cuál es la emoción que está predominando en determinado momento, especialmente cuando te sientes mal.

Pregúntate si es ira o rabia lo que estás sintiendo, o tal vez una incontrolable ansiedad. Esos sentimientos tienen la misma base y se manifiestan físicamente de forma similar.

Cuando has identificado lo que estás sintiendo es cuando puedes comenzar a controlar tus emociones.

Si eres consciente de que sientes mucha rabia comprenderás que actuar bajo ese estado de ánimo no va a arrojar ningún resultado positivo.

Seguramente lo mejor es esperar que pase o disminuya el sentimiento para después tomar decisiones y actuar.

2-Trata siempre de comprender la causa de las emociones

Este es un ejercicio que te va a ayudar mucho.

Siempre merece la pena que te tomes unos minutos en tratar de comprender la causa de tus propias emociones y también de las ajenas.

Comprender el por qué de las emociones propias y también de las otras personas ayuda a entender su modo de actuar y evita juicios apresurados.

Con la práctica, identificar y comprender la causa de las emociones te va a resultar más sencillo.

Vas a descifrar ciertos patrones de conducta más rápidamente, lo que te va a permitir identificar la emoción.

Luego vas a comprender que ante situaciones de tristeza por ejemplo, tú sueles reaccionar de determinada manera.

Entonces, cuando tienes claro esto ya puedes pasar al siguiente paso.

3-Habla con libertad de lo que sientes

Es probable que te resulte más sencillo hablar de lo que piensas que de lo que sientes. Eso le sucede a la mayoría de las personas.

En la medida que hables de lo que sientes será más sencillo tratar y transformar tus sentimientos.

Cuando el ser humano se siente feliz no suele tener dificultades para expresarlo y lo grita a los cuatro vientos.

El problema aparece cuando está atravesando una situación conflictiva y trata de esconder sus sentimientos.

Aunque no te des cuenta, a veces puedes querer esconder lo que te pasa y así evitar que otros se enteren.

Hablar de lo que sientes no significa exponer tu vida personal, significa hacer emerger lo que te hace sentir mal para analizarlo y tratarlo. 

Una situación que ejemplifica lo anterior puede ser la siguiente: te has quedado sin empleo hace una semana. Una persona de tu entorno que no sabe la noticia, te pregunta:”¿cómo has estado?” y tu le respondes “muy bien gracias”.

En realidad le estás mintiendo, y si te preguntaran por que lo haces, ¿qué responderías? Sería más lógico responderle que has pasado mal porque te quedaste sin empleo ¿verdad?

4-Valora y reconoce lo bueno del otro

Esto es algo que puede costarte mucho ya que para los seres humanos es más fácil criticar que reconocer virtudes en los demás.

Si ves que una persona conocida ha superado una situción muy confictiva de una manera existosa, anímate a preguntarle cómo lo ha hecho.

Aprende a reconocer y tomar lo bueno del otro. No solo es un gesto de grandeza que te enriquecerá a ti como persona, sino que podrás capitalizarlo en tus propias experiencias.

5-Mantén la calma cuando sientas iras o ansiedad

No es sencillo pero si lo logras habrás cumplido con una gran parte del trabajo.

Lograr control en momentos de furia o nerviosismo no es nada fácil, pero cuando lo haces ves, los buenos resultados al poco tiempo.

Una amiga te contó que una compañera de trabajo habló mal de ti. Entonces sientes una furia incontrolable y vas a llamarla para increparla e insultarla, pues no tiene derecho a hacerlo. Sin embargo es en ese momento cuando debes detenerte y pensar con claridad. Quizás tu amiga interpretó mal o está usando palabras incorrectas. Lo mejor es que hables con tu compañera de trabajo, pero cuando estés calmado.

6-Esfuérzate por eliminar lo negativo

Es mejor erradicar los pensamientos y sentimientos negativos. 

Existen formas de ser más positivo que puedes trabajar construyendo una serie de hábitos.

Los pensamientos o sentimientos negativos solo nos estancan y nos envuelven en un ambiente muy enfermizo. Desencadenan emociones, como la tristeza y la rabia, que no nos aportan nada bueno.

Cuando un pensamiento negativo viene a tu mente trata inmediatamente de encontrarle un sentido positivo.

Por ejemplo, vas en el autobús y de pronto piensas que eres desafortunado por no poder viajar más cómodamente en un coche. Sientes que lo mereces pero sin embargo no lo puedes comprar. Antes de sentirte triste o quejarte, piensa en que eres afortunada por poder pagar el boleto para ir en autobús. Hay quienes ni siquieran pueden hacerlo. Esto no se trata de ser conformistas, sino de valorar las cosas que sí tenemos en una medida más justa.

“Disfruta de lo que tienes mientras persigues lo que quieres”.

7-Ser agradecido con las personas

Ser agradecido con la vida y con las personas ayudará a que te sientas mucho mejor.

Cuando compruebas la cantidad de razones por las cuales deberías de dar las gracias, verás que eres mucho más afortunado/a de lo que creías.

Si la vida golpea entonces inmediatamente te quejas pero sin embargo cuando algo bueno sucede ¿lo agradeces?

8-Contempla siempre la posibilidad de cambiar

Estar abierto al cambio cuando las cosas van mal es una buena estrategia.

Cuando tengas un conflicto, lo primero es identificar el origen de dicho conflicto: ¿es emocional o no? ¿me ha pasado algo similar antes? Después, puedes comenzar a buscar una solución.

Las respuestas a estas preguntas te van a sugerir el camino. Si ya te ha pasado antes y lo solucionaste de cierta forma puedes repetir.

Sin embargo, si no lo solucionaste bien entonces ¡cambia! No tendrás la certeza de que resulte, pero si haces lo mismo que la vez anterior entonces ya sabes cuál será el resultado.

El cambio supone riesgos, y el salir de “la zona de confort” cuesta. Sin embargo, si no sales de ese círculo no crecerás. Frases como “así estoy bien” “¿para qué cambiar si no me val tan mal?” Este tipo de razonamiento te estancará y no te permitirá avanzar.

Puedes ser tan inteligente emocionalmente como te lo propongas, el esfuerzo es la base de los grandes logros. Sigue estos consejos y desarrolla tu inteligencia emocional, pues te ayudará a ser más feliz.


Referencias:

http://www.helpguide.org/articles/emotional-health/emotional-intelligence-eq.htm

https://www.psychologytoday.com/blog/communication-success/201410/how-increase-your-emotional-intelligence-6-essentials

http://www.huffingtonpost.com/dr-carmen-harra/controlling-your-emotions_b_3654326.html

miércoles, 17 de junio de 2015

'Las cuatro Decisiones más importantes' por Enrique Rojas.

La vida es arte y oficio. Vivir es prever. Gestionar bien los grandes temas es clave. Y equivocarse seriamente en ellos trae consecuencias que se alargarán en el tiempo. 

La palabra decisión procede del latín decidere, que significa formar un juicio definitivo sobre algo, determinarse, resolver, elegir, comprometerse después de analizar una serie de alternativas y todo ello tras una cierta deliberación. Para mi las cuatro decisiones centrales de la vida son: ¿Qué quiero ser? ¿Con quién deseo pasar la ida? ¿Qué fundamentos y principios elijo para funcionar en la vida? ¿Qué tipo de amigos quiero seleccionar para tenerlos cerca?Voy a tratar de ir respondiendo a estas cuestiones. Me abro paso entre masas de pensamientos y voy a ir seleccionando una gavilla de ideas para adentrarme en el formato de esta tetralogía interrogatoria.

¿Qué quiero ser? Se trata aquí de la vocación profesional. Uno se decanta en este sentido cuando está en plena adolescencia y necesita abrirse en abanico y ver el panorama de posibilidades que se presentan delante de uno. Aquí entra de lleno el apasionante tema de los modelos de identidad, que no son otra cosa que personas que de un modo u otro conocemos y que nos invitan a seguir en esa dirección. El modelo es alguien atractivo, sugerente, que tira de uno en esa dirección con una acción magnética. El problema que tenemos hoy es que en los medios de comunicación hay pocos modelos de identidad sanos, realmente positivos. No digo que no los haya, sino que no aparecen. Esos medios están dedicados muchas veces a contar la vida y milagros de personajes rotos (pensemos en la corrupción) o que aparecen en revistas y periódicos, hablando de sus giros sentimentales, o de sujetos millonarios que enseñan su modo de vida y que no pueden presentarse como referentes. Un mundo poblado de personajes sin mensaje, que aparecen sin cesar.


Los primeros modelos de identidad son los padres. Ellos, con su conducta, trayectoria y ejemplaridad, van a ser los primeros esquemas de referencia. La verdadera educación empieza en la familia. Educar es una tarea de orfebrería psicológica. Y serán los padres los primeros en interesarse por la vocación de sus hijos y ayudarles a dirigirse hacia aquello para lo que realmente se sienten inclinados y valen, sumando y restando las posibilidades que aparecen ante ellos, con realismo e ilusión. Los triunfadores son los que disfrutan con su trabajo. Esta va a ser la primera gran cuestión de la existencia.

¿Con quién deseo pasar la vida? 
Me refiero aquí a la elección sentimental. Y vuelvo a lo que decía antes: uno se enamora cuando es demasiado joven y no tiene información y cultura suficiente para valorar el alcance de ese paso. Es la opción fundamental de la vida. Cuando el amor llega puede ser ciego, pero cuando se va es muy lúcido. Enamorarse es hacer una mitología privada de esa persona. Y verla como alguien especial y necesaria. El enamoramiento empieza por la admiración. Enamorarse es necesitar. Pero cuando uno es muy joven se detiene demasiado en lo externo, en la belleza y en todo lo que eso significa, sin ser capaz de calibrar y sopesar otras vertientes: el tipo de personalidad, la forma de ser, la capacidad de compenetración, los valores humanos que no pasan de moda y un largo etcétera. Somos una maquina de preferir; pero hay que acertar en el botón que apretemos. Definir es limitar.

En la etapa juvenil falta visión larga de la jugada. Deberíamos tener un manual de instrucciones para el amor, como un libro de texto básico, como sucede cuando uno se va a examinar del carné de conducir, pero con más enjundia. Porque no olvidemos lo fácil que es enamorarse y lo complejo que es mantenerse enamorado. Aquí entra de lleno lo que Goleman llamó la inteligencia emocional: saber mezclar con arte los instrumentos de la razón y el catálogo de los sentimientos. El amor es la poesía de los sentidos; la inteligencia, la nitidez de la razón.

¿Qué fundamentos elijo para funcionar en la vida? 
Se llaman fundamentos, a la razón de ser de nuestra vida, a los principios esenciales que la rigen, a la base sólida sobre la que se apoya todo el edificio personal. Ortega hablaba de la razón vital. Julián Marías del fondo insobornable. O aquel imperativo de llega a ser el que eres, de Píndaro. Todos ellos designan nuestra última realidad, nuestras verdades más íntimas y decisivas, el subsuelo de nuestra persona.

Es necesario descubrir el sentido de la vida. Dar respuesta a los grandes interrogantes: ¿de dónde venimos, a dónde vamos, qué significa el dolor y el sufrimiento y tantos asuntos que se deslizan desde aquí como una rampa deslizante. Eso es la educación y la cultura. Educar es enseñar a pensar. Cultura es enseñar a vivir. La vida humana tiene dos notas que se hospedan en su interior. La vida es abierta y argumental. Lo primero significa que la vida es incompleta, provisional, interminable, siempre por hacer… por eso la vida es dramática. Lo segundo, que ella necesita de un guión fuerte, sólido, coherente, atractivo, que merezca la pena y nos explique el porqué de tantas cosas. Aquí se mezclan lo natural y lo sobrenatural, lo físico y lo metafísico, la visión plana y la vertical. Sabiendo que toda filosofía nace a orillas de la muerte. La espiritualidad bien entendida es una carta escondida en la bocamanga que nos ayuda a interpretar la vida en su conjunto. Se desdibujan las fronteras y se vive con los pies en la tierra y la mirada en lo alto. En una palabra: saber a qué atenerse. No quiero ser más explícito.

¿Qué amigos quiero seleccionar para estar con ellos? 
La familia viene impuesta por la genética. A los amigos los elegimos, son la familia espiritual. Uno se retrata en el tipo de gente que le va a rodear. La amistad es un sentimiento positivo que nos abre una dimensión central. Significa tres cosas: afinidad, donación y confidencia. El que está muy pagado de sí mismo no necesita a nadie. Las personas psicológicamente sanas, buscamos la compañía de otras para llevar mejor la existencia.

El que tiene un amigo verdadero tiene un tesoro. Y eso siempre es un riesgo, porque dejamos que alguien se cuele en nuestra ciudadela interior y dejemos que vea lo que hay dentro, con todo lo que eso significa. Se introduce recíprocamente un sistema de señales atractivas, que se polinizan entre sí y dan lugar a un rico intercambio afectivo repleto matices y sabores. Termino. Insisto en este tríptico con vocación de tetralogía y por este orden: la felicidad consiste en una tarea de artesanía que se lleva a cabo sobre el amor, el trabajo y los principios que rigen la vida. Los tres forman un mosaico compacto: son el itinerario hacia la felicidad. Yo añado este estrambote: la amistad como bálsamo que suaviza los sufrimientos del vivir.

De estas cuatro decisiones, las dos más importantes son las primeras: trabajar y amar conjugan el verbo ser feliz. 
Esas marcan la diferencia. Su huella se prolonga en la biografía, dejando un poso sustancial. La cultura es la contraseña del conocimiento, la iconografía que se sumerge en el arte, la música, la literatura, la historia, la ciencia… la espiritualidad. La amistad es una forma de amor sin sexualidad; trabajo psicológico que exige correspondencia, no puede ser unilateral: uno asiste a la vida y a la existencia del otro y viceversa. Por eso la felicidad es un resultado. Es la consecuencia de lo que cada uno ha ido haciendo con su vida, de acuerdo con lo que proyectó. La mejor realización de uno mismo, pero siendo capaces de perdonarnos errores, desaciertos, salidas de la pista y tantas cosas mas.

Si el orden es el mejor amigo de la inteligencia, acertar en las grandes decisiones es propio de una cabeza clara y bien dibujada.

Enrique Rojas, psiquiatra.

jueves, 11 de junio de 2015

'La brújula emocional' por Francesc Miralles.

Entender lo que sentimos y la utilidad de las diferentes emociones nos ayuda a hacer de ellas una guía para nuestro camino.

"Exprésate como las personas comunes, pero piensa como un sabio." Aristóteles

"La mayoría de las personas son tan felices como sus mentes les permiten ser". Abraham Lincoln



Uno de los grandes avances en la psicología de las últimas décadas ha sido el descubrimiento de la inteligencia emocional como habilidad básica para el éxito.

Quien popularizara el término en 1995, Daniel Goleman, advertía que no nos extrañáramos de acabar trabajando para alguien que en la escuela era calificado de “tonto”, ya que aquellos que dominan sus emociones y comprenden las de los demás tienen una gran ventaja sobre el resto a la hora de progresar y resolver problemas de cualquier tipo.

Familiarizarnos con nuestra brújula emocional nos permite mantener el control sobre nuestra mente, con lo que ganamos atención y eficacia, además de dotarnos de la capacidad de seducción que promueve la empatía.

Por el contrario, no ser conscientes de lo que sentimos puede conducir al sufrimiento y al fracaso en las relaciones sociales.

Las emociones están presentes en todos los niveles evolutivos y en todos los animales, incluyendo los seres humanos, afirmaba el psicólogo Robert Plutchik.

Ya en el siglo XIX, Charles Darwin concluyó que la expresión de las emociones es algo innato y no aprendido, como se creía en su época. Llegó a esta hipótesis tras estudiar su expresión en los animales superiores, así como los gestos que hacen de forma instintiva las personas ciegas de nacimiento. En sus viajes comprobó, además, que estas emociones eran comunes a todas las culturas y se manifestaban de forma parecida, lo cual le convenció de que las llevamos “de fábrica”.

En tiempos más actuales se ha intentado enumerar nuestras emociones básicas, que según el psicólogo social Paul Ekman serían seis: ira, alegría, sorpresa, asco, tristeza y miedo. El actor brasileño Marcelo Antoni junto con Jorge Zentner, guionista y escritor argentino, en su libro Las cuatro emociones básicas, además de descartar el asco y la sorpresa del primer rango, señalan la importancia de reconocerlas en uno mismo y en los demás: “Una emoción es información íntima. Un aviso respecto a qué me está pasando en este momento; un toque de atención que sitúa a cada uno en el presente, pues está referida a lo que vivimos y sentimos en este instante concreto. Es un aviso primario con importantísimas funciones en la conservación, la relación y la socialización del individuo. Una información que también recibimos internamente, desde nosotros mismos”.

Los autores hablan de lo que sentimos como “existencia de tránsito”. Nadie puede anclarse de forma permanente a una misma emoción. Por eso, aunque hablemos de personas tristes o alegres, en realidad lo que existen son las situaciones tristes o alegres.

Tomar conciencia de ello permite relativizar lo que sentimos y no tomarlo como algo definitivo, lo cual es un alivio en el caso de las emociones negativas. Saber que el sentimiento que nos tortura es temporal y dará paso a otro, quizá de signo contrario, nos ayuda a relativizar el sufrimiento.

Una vez se toma posesión de nuestra brújula y somos capaces de leer lo que sienten los demás y nosotros mismos, ¿cómo gestionar las emociones? No se trata de meras reacciones a lo que vivimos. También tienen una utilidad y podemos canalizarlas para optimizar nuestra vida y la de nuestro entorno.

Al experimentar alegría, aumentamos la empatía y la capacidad de estrechar vínculos con los demás, además de desarrollar en nosotros la ternura, la excitación e incluso la atracción física. Es un estado perfecto para compartir ideas, sensaciones y nuevos proyectos.

Sentir miedo activa nuestra atención ante una posible amenaza o peligro. Cuando no aparece de forma injustificada y repetida, convirtiéndose en fobia, esta emoción es muy útil para nuestra supervivencia. Nos permite tomar conciencia de lo que estamos viviendo y, no menos importante, de lo que hacemos con nuestra vida.
La ira señala una situación, interior o exterior, que nos produce desasosiego y debe serreparada. Si en lugar de expresarla a través de una explosión de genio la canalizamos en forma desoluciones, esta emoción nos servirá para corregir el desequilibrio y estar mejor que antes.

En cuanto a la tristeza, muchas veces tiene que ver con hechos del pasado. Apunta a algo que hemos vivido de forma traumática o, por el contrario, a experiencias que fueron muy positivas, pero que no podemos volver a repetir, por ejemplo, tras una separación. La función de este estado es desprendernos de aquello que un día tuvimos o sentimos.

Comprender nuestras emociones básicas y su utilidad nos permite dejar atrás lo que ya no nos sirve, tomar conciencia de lo que ahora necesitamos y proyectarnos de forma mucho más positiva hacia el futuro.
Ilustración Anna Parini

El problema de muchas personas es que llegan a sentirse abrumadas por sus propias emociones, como si en lugar de una brújula para orientarse llevaran grilletes que las paralizan. Sobre esto, un cuento sufí glosado por el místico y espiritual indio Osho, entre otros, explica lo que un rey pidió a los sabios de su corte:

–Me estoy fabricando un precioso anillo y quiero ocultar bajo el diamante algún mensaje que pueda ayudarme en momentos de desesperación. Tiene que ser muy breve de modo que pueda esconderlo allí.

Aquellos eruditos habían escrito grandes tratados, pero no sabían cómo darle un mensaje de solo dos o tres palabras que pudiera ayudar a su rey en esos momentos en los que él consideraba que esa ayuda podría marcar la diferencia.
Sin embargo, el monarca tenía un anciano sirviente que era como de la familia, el cual le dijo:

–No soy un sabio, ni un erudito, pero conozco el mensaje que buscas, porque me lo dio un místico hace tiempo.
Dicho esto, el anciano escribió tres palabras en un pequeño papel, lo dobló y se lo entregó al rey con la advertencia.
“No lo leas, mantenlo escondido en el anillo. Ábrelo solo cuando todo haya fracasado y no encuentres salida a tu situación”.

El momento llegó cuando el país fue invadido y el rey tuvo que huir a caballo para salvar la vida mientras sus enemigos le perseguían. Finalmente, llegó a un lugar donde el camino se acababa al borde de un precipicio.

Entonces se acordó del anillo. Lo abrió, sacó el papel y allí encontró el siguiente mensaje: “Esto también pasará”.
Mientras leía aquella frase, los enemigos que le perseguían se perdieron en el bosque, al errar el camino, y pronto dejó de oír el trote de los caballos.

Tras aquel sobresalto, el rey logró reunir a su ejército y reconquistar el reino. En la capital hubo una gran celebración y el monarca quiso compartirlo con el anciano, a quien agradeció aquella providencial perla de sabiduría. 

El viejo le pidió entonces:
–Ahora vuelve a mirar el mensaje.
Al ver la cara de sorpresa del rey, explicó: “No es solo para situaciones desesperadas, sino también para las placenteras. No es solo para cuando estás derrotado; también sirve cuando te sientes victorioso. No es solo para cuando eres el último, también para cuando eres el primero”.

El rey abrió el anillo y leyó el mensaje: “Esto también pasará”, y entonces comprendió.

–Recuerda que todo pasa –le recordó el viejo sirviente–. Solo quedas tú, que permaneces por siempre como testigo.

Como en este cuento tradicional, si entendemos que las emociones no somos nosotros, sino que se trata de estados transitorios de nuestra mente para adaptarnos a la vida, dejaremos de sentirnos sobrepasados por ellas. Las emociones son una brújula, pero nosotros decidimos el rumbo de nuestra existencia.


El mapa facial de las emociones

Los rostros de los seres humanos expresan lo que sienten a través de una serie de gestos que constituyen un lenguaje universal:

Ira: contracción de las cejas, mirada más intensa y tensión en los labios, que se preparan para gritar.

Alegría: elevación de los labios y las mejillas, a la vez que arrugamos la piel bajo nuestros párpados.

Sorpresa: las cejas se elevan adoptando forma circular, además de tener los párpados muy abiertos y la mandíbula baja.

Asco: suele expresarse levantando parte del labio superior y frunciendo el ceño.

Tristeza: descenso de los ángulos inferiores de los ojos y de los labios, que pueden manifestar temblor.

Miedo: elevación de los párpados y las cejas; los labios pueden estar tensos o bien abrir la boca.

Fuente: El País Semanal.

viernes, 5 de junio de 2015

'VIVIR CON SENTIDO COMUN.' por Francesc Miralles

Artículo publicado en El País Semanal

Retornar a la sabiduría ancestral que ha pasado de una generación a otra es una brújula fiable para encontrar nuestro rumbo en tiempos revueltos.

"Lo que sucede en la actualidad es consecuencia de una cultura de lo inmediato, que no ha contemplado los riesgos a medio y largo plazo"




Gran parte de los problemas que estamos sufriendo ac­tualmente tienen su origen en el abandono del sentido común. Una vez superada la economía de subsistencia y conquistadas las co­modidades básicas, en nuestro primer mundo muchos pensaron que el cre­cimiento era ilimitado y que la mejor manera de impulsar la economía, in­cluyendo la propia, era vivir a crédito. Ese mismo que ahora nos niegan y que ha puesto a España bajo la picota de especuladores. Los resultados de tanto desbarajuste -de consecuencias aún in­ciertas- saltan a la vista.


Ahora que el país trata de corregir el rumbo, merece la pena que recupere­mos la sabiduría que nos había guiado antes de que los nuevos ricos creyeran que habían descubierto la sopa de ajo.


EN LA ECONOMÍA
"Algún dinero evita las preocupaciones. Mucho, en cambio, las atrae" (proverbio chino)
Uno de los ámbitos en los que incide de forma recurrente la sabiduría popu­lar es el uso que hacemos del dinero. Al escritor Josep Pla, un maestro del senti­do común, le preguntaron una vez cuál era el secreto de una buena economía. Su respuesta fue apabullante: "Si tienes dos y gastas dos, vas bien. Si tienes dos y gastas tres, entonces no vas bien".
En el mismo sentido se pronunciaba Clint Eastwood, un clásico moderno del cine, al ser interrogado sobre la crisis. Respondió que en su juventud la gente gastaba solo cuando tenía dinero, y que hoy las tarjetas de crédito lo han com­plicado todo, ya que nadie sabe lo que tiene en realidad ni lo que deja a deber. Ni siquiera los bancos parecen saberlo. ¿Cuál es entonces el sentido común en las finanzas? Emplear el dinero de for­ma lógica, comedida e incluso aburrida, sin correr riesgos.


EN LA VIDA COTIDIANA
"Durante la estación seca hay que hacerse amigo del dueño de la piragua" (proverbio africano)
"Las ideas simples tienden a ser obvias porque tienen un toque de realidad. Pero, en general, la gente no se fía de sus instintos. Normalmente se cree que suele haber una respuesta oculta más compleja. Es un error. Lo que es obvio para usted es, generalmente, ob­vio para los demás", afirman los inves­tigadores sociales Jack Trout y Steve Rivkin. 


En su libro El poder de lo simple establecen cuatro pautas para mante­ner el sentido común en nuestra vida cotidiana:

NO JUZGAR A TRAVÉS DEL EGO. Si contemplamos los acontecimientos a través de nuestros prejuicios, opiniones e ideas preconcebidas, nos equivocare­mos. Cuanto más objetiva sea nuestra visión, más realistas seremos.

HUIR DE LAS ILUSIONES. Es inevita­ble desear que las cosas sucedan según nuestra conveniencia, pero la experien­cia demuestra que muchos aconteci­mientos no están bajo nuestro control. La persona con sentido común "sinto­niza con el rumbo que siguen las cosas", es decir, fluye con ellas.

SABER ESCUCHAR. La mayoría de ac­ciones absurdas son las que se ejecutan de manera caprichosa y unilateral, sin contrastarlas. Para ello, puesto que el sentido común es la visión compartida por muchos, escuchar a los demás nos dará la justa medida de las cosas.

SER PRUDENTE. Hay personas, ac­ciones y situaciones que resultan en­gañosas a primera vista. Por eso el sen­tido común aconseja no precipitarnos. Un poco de tiempo puede ayudarnos a entender.

EN EL AMOR
"El amor es como la cerámica. Cuando se rompe, aunque se reconstruya, se reconocen las cicatrices" (proverbio griego)
Probablemente las relaciones senti­mentales son el ámbito en el que me­nos aplicamos el sentido común. Ele­gimos un compañero o compañera de vida según los misteriosos dictados del corazón, que hacen que veamos a alguien único y distinto a otros miles de parejas posibles. Pero sin renunciar a esa magia, el sentido común nos da unas pautas para una vida en pareja armoniosa.


En su ensayo El amor inteligente, el psiquiatra y escritor Enrique Rojas iden­tifica tres ingredientes para una larga andadura: "Una buena relación sexual, que se irá consiguiendo con el tiempo; Ja compenetración psicológica, que implica aunar corazón y cabeza, senti­mientos y razones, y la compenetración espiritual, es decir, aspirar a elevarse y superar los vaivenes propios de la vida".

Traducido en medidas prácticas:

Cuidar los detalles. Más que gran­des declaraciones de amor, una relación se sostiene a través de pequeñas accio­nes cotidianas.


Vigilar el lenguaje. Muchas peleas conyugales tienen su origen en una ver­balización poco adecuada de las dife­rencias de opinión.


Dar y darse libertad. La solidez de una pareja no depende del apego, que puede ser enfermizo, sino de la autono­mía de cada uno de los miembros.


Respeto y admiración mutua. Solo podemos amar a aquellas personas que admiramos por sus cualidades huma­nas. Por eso es importante elegir una pareja que despierte en nosotros ese sentimiento de respeto y aprecio.


Armonizar el sexo.
 Las relaciones íntimas no lo son todo en una pareja, pero es importante hallar un equilibrio entre las necesidades de cada uno.


Evitar daños irreparables. Una vez se hiere profundamente a la pareja, por ejemplo a través de una infidelidad, aunque la relación se reconstruya nun­ca volverá a ser lo mismo.


EN LA EDUCACIÓN DE LOS HIJOS


"Enseña al niño el camino en el que debe andar, y aun cuando sea viejo no se apartará de él" (proverbio hebreo)


En las décadas de 1960 y 1970, en algu­nos países del primer mundo se pasó de una educación rígida y tradicional a dar libertad absoluta a los hijos. Esto resultó ser contraproducente, ya que, sin unos límites claros entre los que transitar, el niño se siente inseguro y desorientado, tomando decisiones equivocadas.


El pedagogo y doctor en psicología Javier Urra, que trabajó como defensor del menor, señala en su ensayo Educar con sentido común dos momentos cla­ve en los que se necesita la guía de los padres: "Hay una edad esencial, que es de los seis a los siete años, donde se da un cambio muy significativo porque el niño comienza a entender el tú y el no­sotros. Y luego otra etapa de interés es la preadolescencia (12 a 14), que es donde el chico empieza a volar, a ver que hay otros grupos, que no toda la verdad la tienen los padres".


Si observamos a muchos padres estresados, veremos que en la educa­ción de sus hijos aplican toda clase de estrategias excepto el sentido común. Intentan compensar el tiempo que no dedican a su familia con caros regalos que transmiten a los pequeños el men­saje equivocado -puedes tener todo lo que quieras-, en lugar de inculcarles la cultura del esfuerzo, el ahorro y la espera.


Al final, lo que estamos viviendo en la actualidad es consecuencia de una cultura de lo inmediato que no ha sa­bido contemplar los riesgos a medio y largo plazo. Ojalá tengamos ahora el sentido común de rectificar y construir el futuro inmediato sobre los valores de la paciencia, el buen juicio y la res­ponsabilidad.

miércoles, 3 de junio de 2015

Serás lo que quieras ser...



Laura Rojas Marco y Fernando Mora. (TEDxAndorra/RTVE)

Serás lo que quieras ser. Ocho razones para tomar el destino en tus manos(Conecta)

En este libro recientemente publicado, ocho protagonistas de diferentes campos profesionales ofrecen un abanico de perspectivas para dar un mayor sentido a nuestras vidas. Desde el eminente cardiólogo Valentín Fuster hasta Isidre Esteve, el piloto dakariano que comenzó una nueva vida en silla de ruedas tras un accidente. 

El Confidencial ha tenido la oportunidad de reunir a dos de los autores para debatir y proponer claves, pautas e ideas para el crecimiento personal. Por un lado, Laura Rojas Marcos, psicóloga en activo, licenciada por la Universidad de Nueva York,  y con una amplia formación intelectual y experiencia profesional. Por otro, Fernando Mora, catedrático de fisiología humana de la Universidad Complutense de Madrid, y autor de numerosos libros sobre el cerebro. Si por algo ha destacado la conversación entre ambos ha sido por el conocimiento y la pasión que ambos han derrochado en sus exposiciones.

Para empezar, ¿podemos tomar conciencia de nuestra capacidad para tener en nuestras manos nuestro destino personal?

Laura Rojas Marcos: en mi experiencia creo que sí, somos nuestro cerebro, y podemos moldear todas nuestras conexiones neurológicas. Esto hace que podamos controlar nuestros hábitos, nuestra manera de pensar y decidir la actitud que queremos tener para afrontar situaciones difíciles o placenteras.Tenemos un porcentaje de control bastante alto sobre nuestra vida y decisiones. Existe un pequeño factor que puede ser llamado suerte, pero cómo abordamos esto con nuestras decisiones también influye en el resultado. Y la pregunta sería: ¿cuál es este resultado, qué objetivo, qué quiero aprender?

Francisco Mora: La neurociencia cognitiva es la gran revolución de nuestro tiempo porque nos ubica donde nos corresponde. Somos producto de un proceso de millones de años, y los códigos de nuestro cerebro, los que dirigen nuestra conducta, son el resultado de todas las vicisitudes de este largo peregrinaje. Por ejemplo, la necesidad de que hagamos ejercicio físico, porque está en los códigos de nuestro cerebro, no es invento de los americanos. Esta es una pequeña reflexión para responder afirmativamente, sabemos que los buenos hábitos de vida tienen un beneficio extraordinario, y son el 75 por ciento de todo aquello que hace que podamos no padecer alguna enfermedad. Y los estilos de vida podemos decidirlos nosotros…

LRM: Este concepto de la prevención, que tanto trabajamos en la psicología clínica, lo estamos intentando aplicar con determinados aprendizajes, por ejemplo el conocimiento de uno mismo, de habilidades interpersonales, y esto puede prevenir determinadas enfermedades. Por ejemplo, con una persona con predisposición a la ansiedad o la depresión, a través de esos aprendizajes y herramientas (el ejercicio, por ejemplo) podemos prevenir muchos trastornos mentales. La ansiedad se puede tratar, pero también prevenir.




LRM: Vivimos en un mundo de un cambio extraordinario, todo sucede muy deprisa, lo que nos exige la capacidad de aprendizaje, de aplicar estas herramientas para adaptarnos al cambio, sea el que sea, científico, familiar, personal, laboral… Yo diría que es la capacidad de adaptarse al cambio y a toda esta enorme cantidad de información que genera nuestro entorno.

Y, en este sentido, la neurociencia, con los descubrimientos que está logrando sobre nuestro cerebro, ¿qué respuesta tiene para el individuo?

FM: La neurociencia lo que te dice es ‘hay que cambiar los estilos de vida’, adaptarte a los cambios, sí, pero también cambiar la esencia de los estilos de vida, que hoy son equivocados. Nosotros vivimos en una sociedad enormemente estresada, y el estrés en uno de los determinantes del etéreo proceso que sufre el cerebro.

El estrés no controlado, el que impide tener las riendas de lo que está sucediendo, te produce el cortisol, unas hormonas que entran dentro del cerebro y deterioran los circuitos cerebrales, particularmente en las áreas que tienen que ver con la memoria, el aprendizaje y la emoción. Por tanto, hay que cambiar las situaciones de estrés. ¿Cómo? Cambiando muchas cosas pero, la primera, basada en rigurosa ciencia, es la ingesta calórica. Comemos más de lo que es necesario, de lo que hemos aprendido en la evolución, porque nos hemos hecho sedentarios. ¿Y por qué nos hemos hecho sedentarios? Porque tenemos un cerebro de un kilo de peso y ahora no tenemos que enfrentarnos a ningún elefante ni un tigre…

Entonces, si los desafíos actuales no responden a aquellos a los que nos ha modelado la evolución, para la psicología, Laura, ¿cómo está respondiendo el ser humano según su experiencia?

LRM: Como explica Francisco, la respuesta es el estrés, pero este tiene distintos matices. Está el positivo, que nos motiva y nos ayuda a la hora de centrarnos, el que nos pone las pilas… Porque esa capacidad adaptativa ya la llevamos dentro por la evolución. Y después está el estrés negativo, que siempre ha existido, y ha sido una fuente de aprendizaje para encontrar soluciones. Esto también es crecimiento, pero hoy día estoy encontrando que está afectando mucho anímicamente a la gente. Hay muchas personas con mucho estrés, pero también hay muchas personas que han estado muy cómodas mentalmente, y la comodidad en la evolución no existe.

FM: Exactamente, el cerebro necesita evitar la comodidad para seguir evolucionando y creando conexiones cerebrales nuevas, esto es fundamental para la salud…

LRM: El estrés negativo forma parte de la vida y tenemos que aceptarlo, pero vivimos en una sociedad que no se acepta, y además se asocia al ‘derecho a’, yo ‘tengo derecho a que me den…’. Hay una parte de la sociedad que permanece en ese estado, y parte de esta crisis de valores y existencial se debe a esto…

En España, en nuestra relación con quienes nos gobiernan, ¿no vivimos también como individuos en el “que me den todo hecho”, en una suerte de ‘infantilismo social’?

LRM: No toda la sociedad, claro, pero sí amplios sectores. Esto es propio de una sociedad adolescente, porque un adolescente te dice “quiero mi independencia, soy invulnerable” (en la adolescencia las cosas le pasan a los demás) pero además es exigente, “tú me tienes que dar a mí”. Y a lo mejor se trata más de aportar.

El adulto, la persona madura, es alguien consciente de cuáles son sus derechos y sus obligaciones, la disciplina, la responsabilidad ante cosas que, aunque no quieras, has de hacerlas por sentido de responsabilidad. Hoy día, por ejemplo, un tema muy interesante en la crisis es el de la responsabilidad de los bancos, pero ¿no tendrán también responsabilidad las personas que se endeudan consigo mismas y por encima de sus posibilidades? Una de las primeras lecciones que aprendí de mis padres es que no debes gastar más de lo que tienes.

FM: A mí me gusta el matiz de lo que acaba de decir, porque ella ha vivido en una sociedad (Estados Unidos) donde se mama y se cultiva el que te tienes que hacer desde pequeñito.

Usted también ha vivido allí, Francisco…

FM: Sí, y allí no se entiende que a partir de los dieciséis tú sigas en la familia, son los propios padres los que, si no hay dinero para llevarte a la universidad que está a veinte kilómetros, te dicen que trabajes para pagarlo…Tú te tienes que hacer, y construirte a ti mismo, te dice la neurociencia, tienes que cortar tú las raíces…

Pues en el inconsciente colectivo español parece que esta idea no está muy cuajada…

En España no hay cultura de la excelencia, de la individualidad, del esfuerzoLRM: Esta una sociedad enmadrada, y muy sobreprotegida. Yo trabajo con familias, y hay gente en casa de sus padres hasta los cuarenta años diciendo “mamá y papá me lo tienen que solucionar todo…”. Y no hablo de problemas de separaciones y problemas económicos, sino de que uno decide quedarse en casa porque es más cómodo y, además, no aporta, porque "soy el hijo o la hija y aquí me quedo"… De esto tienen la culpa ¿los políticos?, ¿los padres?, ¿el sistema?

Hay muchas cosas que cuestionar en nuestra forma de vida. En Estados Unidos frecuentemente te vas fuera de casa a los diecisiete o dieciocho años, y no es lo mismo cómo afrontas tu formación académica si tú participas en el gasto y trabajas de camarero para pagártela, por ejemplo, que si la pagan tus padres o el Estado.

Pues recientemente el ministro de Educación estableció un baremo para las becas en función de los resultados, notas y talento, y la sociedad le ha obligado a bajar el listón…

FM: Aquí prima el todo para todos…

LRM: Y el que destaque, no, tú mejor estás con el resto…

FM: En este terreno estamos absolutamente equivocados. Aquí no hay cultura de la excelencia, de la individualidad, del esfuerzo. Recuerdo que hace un año, cuando vino Obama a nuestra universidad, nos invitaron a los profesores, y nos dijo: “¿Sabéis cuándo he terminado yo de pagar mi préstamo para poder haber estado en la universidad?, pues hace diez años…”. ¡Un presidente de los Estados Unidos! ¡Hace diez años!

Aquí ya hemos visto incluso que el nivel de inglés de nuestros líderes políticos, por ejemplo…

LRM: ¡Bueno! ¡Esa es otra película!...

FM: Pero yo estoy viendo que aquí en España está cambiando, hay una concienciación de la importancia de hablar inglés, otros idiomas y comprender otras culturas. Es un cambio muy positivo. No conozco a nadie ahora que no le produzca angustia no hablar inglés, y es algo que valoro una barbaridad. Aquí la gente se reía de otros por hablar inglés, la vergüenza, el ridículo…

Bien, y si estamos de acuerdo en que tenemos más capacidad de la que creemos para coger las riendas de nuestro destino personal, tampoco resulta tan fácil modificarse uno mismo con la disciplina y persistencia necesaria ¿Cómo nos puede ayudar el neurocientífico y la psicóloga en este aspecto?

LRM: Me encanta esta pregunta porque, al fin y al cabo, como psicóloga y terapeuta todos los días trabajo con personas en proyectos de vida, de cambio, porque nadie viene a contarte alegrías. Y en todo proyecto, sea el que sea, hay un qué quiero cambiar, cómo y cuándo quiero hacerlo. La clave para todo cambio es en el ‘cómo’. Y el primer paso es identificar cuál es mi objetivo. Hay que ponerle un título y que sea muy claro. Una vez identificado, piensas en los recursos que tienes, económicos, de ayuda social, económicos, intelectuales. Y los empiezas a aplicar. Tiene que haber una parte activa, y crear un hábito. Esto último no es fácil…

Aquí entra el neurocientífico ¿no? porque el hábito es la clave para crear sólidas redes neuronales en el cerebro. La repetición no es un capricho, tiene un sentido…

FM: Eso es correctísimo, repetir es la base sobre la que cambian las sinapsis, los circuitos que codifican para funciones específicas, o el objetivo como ha dicho Laura que se pretende alcanzar, el ejercicio físico, aprender un idioma, en fin, lo que tú quieras, pero repetir, sí… Y esto los docentes lo sabemos muy bien de modo muy reciente. Nos hemos dado cuenta que repetir las cosas es un proceso mismo de aprendizaje, en términos neurológicos significa reforzar las sinapsis, esto a nivel de laboratorio lo sabemos muy bien, cuando repites el estímulo de una vía cerebral has de hacerlo para que cuando no los repitas quede estructurado en el cerebro y de esta estructura sale la función.

Hay una técnica que se llama la ‘repetición convergente’, que se trata de no aburrir, no repetir lo mismo con las mismas palabras. Si mi concepto es para mí importante y también para los estudiantes, instrumento argumentos desde una perspectiva a/, desde una b/, y una c/, pero convergentemente hacia el mismo punto. Así, el estudiante no se aburre y su cerebro, si duerme bien, ancla los procesos de aprendizaje en lo que se llama técnicamente una consolidación de la memoria.

Y, fundamentalmente, está no solo repetir, sino equivocarte, que esto no lo sabe mucha gente. Hoy también empezamos a saber que hay que equivocarse para que entre el componente emocional que te hace anclar lo que verdaderamente hay que aprender bien. Ese ¡aaah¡ que te sale después de descubrir un error, el cerebro te lo ancla. No hay nada en el cerebro, nada, ni los abstractos más puros matemáticos que no se construyan con color emocional. La emoción es la esencia del mamífero, somos seres emocionales más que racionales. Nuestra razón es muy pequeñita, y nuestra emoción enorme.

¿Y hasta qué punto estas experiencias empapan nuestro sistema educativo? ¿No hay demasiado dato y pocas herramientas de conocimiento personal?

LRM: Debo decir también que hay algo que está cambiando en nuestro sistema educativo, se está aceptando que resulta fundamental abordar el tema relacionado con la inteligencia emocional y, de hecho, en algunas escuelas que conozco aquí en la Comunidad de Madrid, se ha empezado a incorporar en el curso académico. Todavía creo que hay que pulir muchísimo y darle una estructura, pero tanto padres como profesores consideran importante abordar este tema. No estamos hablando de valores, aunque algunas emociones estén vinculadas a valores humanista. Y, en este sentido, hay una línea muy fina para ver dónde llegan los padres, y cuál es el papel de los profesores, que es importante. Hoy, muchos profesores y padres se están poniendo de acuerdo para construir esta área que es crucial. Porque la clave de la inteligencia emocional es conocer las emociones, a ti mismo y a los demás.

En esta tarea de construirnos a nosotros mismos, ¿no tenemos que ser muy rigurosos, selectivos y disciplinados en nuestra vida cotidiana con aquello que entra en nuestra mente, relaciones sociales, lecturas, conversaciones, hábitos...? Sería la ‘regla de oro’ de la que habla en el libro, Francisco…

FM: Sí, pero esto es muy difícil, la cultura te come. Cuando hablamos de cambiar los estilos de vida, si te digo que no debes comer más de 1.500 calorías diarias o debes evitar ir con el amigo a tomar la cervecita y las aceitunas. ¿Tú le dices esto a tu amigo? Es muy difícil, y si eres joven y conquistar a la chica, duras dos días… El determinante cultural es muy importante, tanto, que te hace muy difícil romper los estilos de vida que llevas y los que tendrías que sustituir.

La emoción es la esencia del mamífero, somos seres emocionales más que racionalesY todo ello nace y tiene sus raíces en el colegio, en las raíces que hay que colocar en los niños en los colegios. El sistema hay que transformarlo, no en el niño, sino en el maestro, seleccionando al maestro, que puede y debe ser una de las más excelsas figuras que tiene un país si queremos construir una cultura. Al maestro hay que enseñarle a que sea tan embargadamente consciente de que va a transformar la física y la química del cerebro de los niños. Un niño, desde que nace hasta los siete u ocho años, tiene formándose millones de conexiones al día. Aquí entra el maestro en juego para que el proceso vaya en una dirección u otra. Es una enorme responsabilidad de transformar la que tiene el maestro en una cultura que quiere responsabilizarse de sus ciudadanos. Esa conciencia no la tiene un maestro hoy. No hablo en su detrimento, sólo hablo de una realidad.

También los padres contribuyen a la formación de esas conexiones sinápticas y su cerebro. Por lo tanto, la responsabilidad paternal hacia nuestro hijos es brutal…

LRM: Yo después soy la que ve a los chicos y chicas víctimas de los abusos verbales de los padres, de su educación… Y se tardan años en poner remedio, porque son los primeros mensajes, los primeros momentos de apego. El apego de ese bebé es fundamental, ahí es donde se empiezan a formar los estímulos afectivos. Todo ocurre por primera vez en el entorno familiar. La estimulación emocional e intelectual en estos primeros años es fundamental para construir su cerebro.

FM: De todas formas, el matiz que quiero introducir es que el colegio nunca puede sustituir esto. El colegio no es solo instrucción. Y aquí es donde la cultura postindustrial nos puso en este mundo, el colegio estaba para crear gente social, para crear normas sociales que se respetan, y esto solo se puede aprender en el colegio. Hoy la sociedad no te permite decir ‘a mis hijos los educo yo’, porque el colegio es el niño interactuando con otros, grabando en su cerebro normas que los padres no pueden dar. Esto no se puede sustituir, tiene una entidad de por sí. Por eso decía antes lo del papel trascendental del colegio si queremos ciudadanos con una raíz ética… En este país, en España, la picardía… Esto en países donde se tiene esta raíz ética, estas palabras no existen.

Entonces, si queremos tomar las riendas de nuestra vida, los valores colectivos son la expresión final de los individuales. Entonces, la corrupción en España ¿a qué puede atribuirse?

FM: Pues a una cultura que nació hace siglos, la picaresca. En España vivimos en la cultura del “qué listo es mi chico, que se ha colado en la cola”, la inteligencia zorruna que yo le llamo. Esto ha sido primado aquí durante siglos, y es el anclaje a una cultura tan negativa como la que nos ha llevado a lo que tenemos actualmente. No es que no tengamos en nuestra esencia el ser pícaros, evidentemente, forma parte de un instinto de supervivencia, nacemos de que le hemos quitado en la selva algo para comer al que está al lado nuestro para sobrevivir, eso está ahí. La cuestión es crear normas capaces para no crear y facilitar la cultura de la picaresca, como han hecho otros países. Esto nos lleva a la deshonestidad que estamos viendo todos los días.

LRM: Además, me gustaría añadir algo más a esto tan importante que está diciendo. ¿Y cuál es el pilar de la picaresca al margen del instinto? Pues creo que es el ‘sentimiento de derecho’, ‘tengo derecho a coger esto que es tuyo porque yo lo quiero’, y me siento con derecho, con lo cual actúo para engañarte y robarte porque yo lo quiero. Y me das igual tú.

FM: ¿Y esto dónde se ancla Laura? ¡En los niños y en el colegio! ¡En los valores!…

¿Y en el ejemplo de las élites, no? Porque si en España vemos a nuestras élites… ¿Dónde está su responsabilidad social?

FM: Sin duda. Pero si el líder social, político y económico no la tiene ¿Cómo la va a ejercer? Pero ¿has visto los dirigentes que tenemos en este país? Gentes que están completamente desconectadas de la realidad.

Cuando tú hablas de economía y tienes tres premios Nóbel detrás, siendo tú el político, tienes un basamento que te da respeto¿Sabéis lo que es la ciencia en este país? Te lo puedo decir yo. ¡Una falta de cultura total del valor que tiene la ciencia! Pero no como ciencia en sí, sino por nuestra dignidad ¡Que no tenemos un Premio Nóbel desde 1906, ni trazas de tenerlo! ¿Sabes lo que significa esto? La dignificación de un país cuando tú estás en un foro. Cuando tú hablas de economía y tienes tres premios Nóbel detrás, siendo tú el político, tienes un basamento que te da respeto. Pero cuando tú llegas y ni siquiera hablas inglés, y tampoco tienes ‘Nóbeles’ que te den ese sello de dignidad pensante de un país como es la ciencia, hemos terminado. ¿Y estos son los que nos dirigen? A través de artículos se lo he dicho a Rajoy ¿Usted sabe lo que sería que se dirigiese al país y nos dijera que iba a vehiculizar la política hacia la creación de ciencia? Porque significa dinero, riqueza, conocimiento. Y dignidad.

Desde sus respectivas experiencias cotidianas, ¿qué descubrimientos en su labor más les han llamado la atención de modo que sea de utilidad cotidiana para responsabilizarnos más de nuestras vidas y seguir creciendo?

LRM: Algo que descubro todos los días desde hace más de veinticinco años:la capacidad y la fuerza del ser humano para cambiar cuando toma esa decisión. El que se lo propone consigue sus objetivos, te diría al noventa por ciento. Puede llevar más o menos tiempo, pero si uno cree de verdad, lo vas a conseguir. Con ayuda, trabajo, esfuerzo, sufrimiento… Y todavía se me ponen los pelos de punta cuando pienso en ello. Cuando veo esa mirada, ese “¡lo he pillado, lo entiendo!”. Y a partir de ahí no hay vuelta atrás, ya sé que ese cambio está en marcha. Y la esperanza, incluso en los más desesperanzados. Porque cuando crees en algo, y construyes una pautas, es posible. Me da esperanza, me encanta, y me da felicidad ver esto.

FM: Desde el cerebro, desde la ciencia, lo que aporta la neurociencia cognitiva es apoyar al cien por cien lo que ha dicho Laura, y eso que se llama ‘energía’, que es la emoción, la fuerza que te lleva a realizar un propósito. La involucración emocional, la participación de una energía que no sabes definir pero sabes que te lleva. Lo que la neurociencia está aportando de una manera clara, es que la raíz de lo que llamamos ‘humano’ es la emoción. Y cuando se hace consciente, es lo que llamamos sentimientos. La razón en las decisiones es importante para un ajuste final, pero lo que te empuje a decidir sobre algo es todo lo que has aprendido emocionalmente en tu vida.

Pues un consejo final de cada uno para terminar, por favor…

FM: ¡Hazte a ti mismo! No intentes conocerte a ti mismo, Sócrates estaba equivocado, no existe el ‘tí mismo’, porque eres un ser cambiante constantemente. Sólo hay que mirar hacia delante en la vida, como ha dicho Laura, sabiendo que lo que construyas en tus decisiones, en tu aprender y memorizar, es lo que hará de ti lo que quieres ser. Como actúo ahora mismo, en este mismo instante, me estoy creando, porque en tu día a día te creas ya que el cerebro está cambiando constantemente en su física y en su química, a cada momento. Esto es un valor extraordinario, y la neurociencia te lo está enseñando.

LRM: Como consejo final diría que es importante involucrarse y tener conciencia plena de dónde estoy ahora y de qué quiero para mí y para mi futuro, y ponerse, y hacer un plan, y comprometerse. Con esto todo va a ir fluyendo, habrá un proceso de aprendizaje, y ese yo va a ir cambiando, y también seguiremos aprendiendo con esa experiencia. Aprenderemos de la experiencia.

Publicado en El Confidencial