lunes, 7 de julio de 2014

'Las Lecciones sobre el Liderazgo que se aprenden en el lugar más duro de la tierra' por Miguel Ayuso


Para organizar de forma efectiva a un grupo de personas que persigue un objetivo común, suele ser necesario que alguien lleve la voz cantante. Ycuanto más duro sea el entorno en que trabaja el grupo, más fuerte debe ser el liderazgo. No en vano, los ejércitos son las empresas en las que los jefes mandan más: desobedecer sus órdenes puede llevarte a la cárcel, o al patíbulo, algo que no ocurre en ningún otro lugar de trabajo. 

Guerras aparte, hay dos escenarios en los que la actuación del líder es decisiva: las exploraciones al espacio y a los polos. ¿Qué hacer si alguien cuestiona tu autoridad en un lugar en el que no hay nadie más aparte de tú y tu equipo? En este tipo de expediciones nadie sobra. Todas las personas tienen un rol crítico. ¿Cómo se supone que debes castigarles si la situación se va de madre? ¿Qué ocurre si pierdes tu autoridad?

El libro Bold Endeavors: Lessons from Polar and Space Exploration (Naval Institute Press), obra del vicepresidente de Anacapa Sciences Jack Suster, está considerado el más importante manual sobre cómo facilitar el rendimiento y supervivencia de un equipo humano en una situación de aislamiento a largo plazo. Pero, aunque habla de situaciones extremas, contiene importantes reflexiones sobre el liderazgo que bien harían muchos jefes en aplicar en su día a día.

Cuanto más duro es el entorno, más democracia es necesaria

En los años 60, el Navy Medical Neuropsychiatric Research Unit, de la marina estadounidense, realizó una serie de estudios acerca del liderazgo en las expediciones antárticas, ya que en aquellos años se estaban empezando a establecer las primeras estaciones científicas. Tal como explica Suster en su libro, citando estos estudios, los líderes que tuvieron más éxito en estas primeras bases científicas fueron aquellos que tenían un estilo de mando relativamente democrático.

Lo que distinguía a los líderes más populares de las expediciones antárticas era su capacidad para controlar las emociones de sus subordinados

Los líderes a los que se tenía más estima mostraban una mayor implicación en las actividades realizadas por los miembros de su equipo. Estos líderes desafiaban el rol tradicional de los jefes militares y mantenían relaciones individuales de confianza con todos los participantes en la expedición. Además, consultaban con ellos las decisiones que podían afectarles directamente.

Según explica Suster, los buenos líderes seguían siendo agresivos, trabajadores y disciplinados, pero su mayor preocupación era conservar la armonía en el equipo, quizás porque sabían que, en un entorno tan hostil, cualquier pelea podía acabar como el rosario de la aurora. Lo que distinguía a los líderes más populares de las expediciones antárticas era su capacidad para controlar las emociones de sus subordinados y mantener la camaradería.

“Los líderes mejor valorados se tomaban su tiempo para hablar personalmente con cada miembro de la expedición y hacían todo lo que fuera necesario para preservar la solidaridad entre ellos”, explica Suster. “Muchos líderes ineficaces probablemente saben que deben hacer este esfuerzo, pero se abstienen porque no están lo suficientemente motivados”.

Los tres tipos de decisiones que debe tomar un jefe

Lo que demuestran estos estudios del liderazgo en la Antártida es que los participantes en una expedición no esperan que su jefe responda todas sus dudas, para eso están los especialistas (en una estación científica en la Antártida nunca faltan especialistas), lo que necesitan es alguien que tome decisiones para organizar de forma eficiente el trabajo.

En una base antártica se toman tres tipos de decisiones y no es difícil trasladar estas a cualquier entorno laboral, con la salvedad de que en una oficina no te estás jugando el tipo:

1. Decisiones técnicas

Las decisiones específicas concernientes a cuestiones puramente técnicas se basan en lo que opinan los especialistas y las personas que vayan a estar directamente involucradas en su consecución. Sí, el jefe tiene la última palabra, pero los buenos líderes estudiados por la marina estadounidense nunca se opusieron a lo que opinaban los especialistas.

2. Decisiones organizativas

A veces nos olvidamos de que la verdadera labor del jefe no es trabajar, sino organizar el trabajo. Los miembros de una expedición antártica esperan que el jefe de la misma tome todas las decisiones relativas a las rutinas de la estación que afectan a todo el personal, como los horarios, el mantenimiento de las instalaciones o los momentos de esparcimiento. Si era necesario realizar algún cambio importante los buenos líderes consultaban antes su idea con todo el grupo.

3. Decisiones de urgencia

En una estación antártica es normal que se den situaciones de emergencia: se puede perder un miembro de la expedición, se pueden escapar los perros, se puede averiar un equipo necesario para el soporte vital de la base… La realidad es que en la Antártida cualquier contratiempo puede convertirse en una cuestión de vida o muerte. Y, ante cualquier eventualidad, los miembros de la expedición esperan que el líder tome decisiones de la manera más rápida y autocrática posible. No hay tiempo para discusiones.

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