jueves, 3 de septiembre de 2015

RESOLUCIÓN DE PROBLEMAS por Belén Jiménez

Bajo el encabezamiento de resolución de problemas se reunen tareas extremadamente diversas, lo que ha causado en gran medida la dificultad de su interpretación teórica. 

El “problema” podría ser definido genéricamente como cualquier situación prevista o espontánea que produce por un lado, un cierto grado de incertidumbre y, por el otro, una conducta tendente a la búsqueda de su solución. 

La “resolución de problemas” se utilizaría para referirse al proceso mediante el cual la situación incierta es clarificada e implica, en mayor o menor medida, la aplicación de conocimientos y procedimientos por parte del solucionador, así como la reorganización de la información almacenada en la estructura cognitiva, en decir, necesitamos el “pensamiento”

Se puede definir al pensamiento como: “La capacidad cognitiva para la resolución de problemas inéditos o nuevos utilizando para ello la experiencia previa del sujeto”. 
Así definido, es aceptado considerar la existencia de dos modalidades esenciales de problemas: 

1. Aquellos en que los elementos estructurales para su resolución se encuentran dentro del campo perceptivo del individuo y, en consecuencia, constituyen el denominado “pensamiento práctico o espacial”, relacionado estructuralmente con los sectores de confluencia parieto-témporo-occipital que algunos investigadores, por tal motivo lo llaman, “centro asociativo posterior”. 




2. Aquellos problemas donde los elementos para su resolución no se encuentran presentes en el campo perceptivo del sujeto y que le imponen una estrategia cognitiva e hipotética-deductiva más compleja, planificada e indirecta y apoyada en un sistema de operaciones lógicas (algoritmos) y que, en consecuencia, constituyen el denominado “pensamiento lógico-verbal o abstracto-conceptual” y que se vincula, estructuralmente, con los sectores prefrontales que algunos investigadores denominan como “centro asociativo anterior” por constituir áreas terciarias específicamente humanas y con una fuerte participación en el control global del acto intelectivo. 


En la actualidad se pueden caracterizar cinco eslabones o factores básicos en la composición e la estructura psicológica del pensamiento: 

1. La generación y el sostenimiento dinámicamente constante de un motivo que impulse la actividad del pensamiento.
La importancia vital del factor motivacional obedece a que, con su aparición, queda planteado ante el sujeto el hecho que determinada situación o problema no se encuentra resuelto y, precisamente, es este aspecto el que le da al motivo el carácter de fuerza motriz impulsora del pensamiento. 

2. El segundo factor del pensamiento consiste en la investigación de las condiciones del problema, cuya importancia radica en el hecho de la cantidad y calidad de la información que el sujeto ha de acumular en aras de captar la lógica interna del problema que tiene planteado. 

Algunos autores consideran que esta etapa del pensamiento se encuentra dividida a su vez en, por lo menos, cuatro subfases que son: 

a) La restricción del problema. Lo que implica limitarlo a sus aspectos específicos. 

b) El análisis de sus componentes. Lo que posibilita captar sus partes constituyentes. 

c) La separación de lo esencial. Lo que implica jerarquizar los factores cognitivamente más importantes del problema. 

d) La correlación de lo esencial. Lo que proporciona la posibilidad de tener una visión integral y sintética del conjunto del problema. 

3. El tercer factor constituyente del proceso del pensamiento consiste en la selección de una alternativa y la formulación de un plan cognitivo general para resolver determinada tarea.
Diversos investigadores consideran esta etapa como el plano estratégico de todo el proceso intelectivo, pues posibilita la formulación de qué es lo que hay que alcanzar, a la vez que establece las pautas generales de cómo lograr el objetivo planteado. Una característica de esta etapa es la determinación probabilística que se pone de manifiesto en el hecho de que, aún seleccionando una alternativa incorrecta se avanza, en la consecución de la elección adecuada. 

4. El cuarto eslabón del pensamiento está conformado por la elección de las acciones y operaciones necesarias y adecuadas para alcanzar el objetivo final; es decir, la movilización de lo que se denomina el plano táctico del pensamiento. Se pueden señalar, por lo menos, dos características de esta fase: una de ellas es su naturaleza activa, es decir que, si bien es incidido por el plano estratégico, a su vez, el plano táctico retroactúa sobre él precisándolo mejor. La segunda característica consiste en el enorme grado de libertad en la forma de movilizar los sistemas de operaciones específicos (algoritmos selectivos) a la situación, lo que garantiza la plasticidad del pensamiento humano. 

5. El quinto y último eslabón del pensamiento consiste en lo que el destacado neurofisiólogo Anojin ha denominado “la función aceptante de la acción”; es decir, esta etapa realiza el análisis comparativo entre el motivo originario y el objetivo obtenido garantizando el cese de la actividad en caso de existir concordancia entre ambos mientras que, en caso de no cumplirse este requisito, todo el proceso comenzará nuevamente. Gracias a su carácter circular, o como se llama “aferentización de retorno”, esta etapa posibilita la autocrítica consciente del sujeto con respecto al producto de la actividad de su pensamiento. 

Resulta claro que una concepción neuropsicológica del pensamiento no puede solamente plantear la estructura psicológica de dicha función sino que, también, debe intentar relacionarla con sus bases neurodinámicas, con su organización cerebral, pues el abordaje psicofisiológico y epistemológicamente unicista de los procesos mentales es uno de los procesos básicos de la neuropsicología. En este sentido, algunos autores han insistido en la actuación, a la vez conjunta y diferenciada, e las siguientes estructuras cerebrales: 


Neuropsicóloga & Coach

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