¿No sabes cómo ser más productivo? ¿Te agobias con rapidez? ¿Tienes algún compañero que tiene el mismo éxito en el trabajo y en su vida personal y no eres capaz de descifrar cómo lo hace?
El éxito y la felicidad dependen de dos factores. Uno es externo, mientras que otro reside en uno mismo. Es complicado influir en los agentes externos a nosotros, pero sí que se puede hacer lo máximo posible por nuestra parte para serlo.
Por estas razones, Eric Barker propone en el semanario The Week una serie de cambios que cada uno debe hacer en su vida y que siguen esas personas felices, exitosas y satisfechas con su existencia.
1. El ritual matutino
La autora Laura Vanderkam estudió los hábitos de los triunfadores y encontró una característica común para la mayoría de casos. Madrugaban y solían tener los mismos hábitos cada día.
Puede parecer un hecho sin demasiada importancia, pero la escritora señala la importancia de levantarse y poder disfrutar algo antes de que empiece la locura del día y así sentir que se tiene todo controlado.
Es necesario tener algo de tiempo y poder establecer una serie de objetivos porque ello servirá para tener una mayor confianza y sentir que la situación está bajo control.
2. Lo importante al principio… y sin distracciones
El cerebro se encuentra en mejor forma las dos horas y media después de haberse levantado del sueño. Mejor no perder el tiempo en absurdas reuniones o pegando la oreja al teléfono.
Pensar antes de actuar y parar cuando algo se te atraganta son dos excelentes consejos
Estudios demuestran que la capacidad receptiva del cerebro puede variar entre un 15 % y un 30 % durante el transcurso del día, así que por lógica será mejor dedicar las horas de mayor productividad cuando nuestro cerebro funcione al nivel más óptimo.
Muchos probablemente estéis pensando que tenéis que hacer lo que diga el jefe cuando llegáis a vuestro puesto de trabajo. La solución que proponeJason Fried es sencilla: levantarse un poquito antes y trabajar algo en casa o llegar con algo de anterioridad al puesto de trabajo.
3. No te “quemes” cuando te sientas mal
Al igual que lo comentado en el primer punto, es muy importante tener la sensación de que todo está bajo control. Todos en algún momento dado nos hemos agobiado o no hemos sabido cómo seguir en alguna tarea.
Seguramente estemos de acuerdo en que es una sensación bastante irritante y llena de impotencia. Y, probablemente, todos hayamos cometido el error de querer seguir como sea con el trabajo sin pararnos a pensar un momento.
Esta es una decisión nada acertada, mejor pararse un rato, echar una minisiesta o un pequeño descanso. Pese a que parezca una pérdida de tiempo, en realidad servirá para ordenar ideas y restablecer nuestro orden interno.
Al fin y al cabo, diversos estudios muestran que las personas exitosas y persistentes dedican más tiempo a pensar, ya que tener las ideas claras y los objetivos marcados son claves para lograr los propósitos.
4. El trabajo aburrido y pesado para la tarde
Por la mañana toca pensar… y por la tarde copiar. Está bien dedicar el tiempo más creativo durante las primeras horas del día, pero no todo es tener ideas lúcidas, también debe existir un trabajo detrás y ese es el que se ha de llevarse a cabo en esas horas en las que nuestra cabeza sigue funcionando correctamente, pero no muestra su mejor rendimiento.
Dedica cada momento a cada cosa. La noche está para descansar
Un truco para gozar de mayor productividad en estas situaciones es estar rodeado de gente. Un estudio de David Nowell, neuropsicólogo y profesor de la Universidad de Oxford, indica que la gente con TDAH logra trabajar más cuando hay gente a su alrededor. Todos tenemos que realizar tareas que nos parecen un soberano aburrimiento, pero siempre son más llevaderas si las realizamos con alguien a nuestro lado.
5. La noche está para relajarse
Este es el rato para desconectar. Puede estar bien dedicar un rato antes de la cena a pensar objetivos para el día siguiente, pero la tónica general ha de ser tranquilizarse y pasar un buen rato. La asociación americana de psicología señala que el abuso del alcohol, videojuegos, televisión o fumar es una mala idea. Mientras que destaca el deporte, leer, la música o realizar ejercicios espirituales (en el caso de los fieles) como las mejores actividades para relajarse. Y, sobre todo… dormir lo suficiente.
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