No conocemos nuestro mañana, vivamos poéticamente hoy.
Al terminar el día y tratar de repasar lo que he hecho, a veces me doy cuenta -que no siempre- que he pasado la jornada de un lado a otro, de un tema a otro, y no he sido capaz de concluir satisfactoriamente ninguno.
Soy un tipo bastante sistemático y organizado. Lo he sido siempre y trato de serlo ahora pero, últimamente, me doy cuenta que vivo en cierto desorden que me lleva de una cosa a otra y me provoca estar poco centrado en un sólo tema.
Todas las mañanas suelo llevar las tareas organizadas y planteadas desde la noche anterior. Llego a la oficina y lo primero que hago es abrir el día en mi cuaderno de notas y comenzar a revisar los correos.
Aquí comienzo a sentir el caos. Tener cuatro cuentas de correo, por diferentes temas y singularidades, ya es algo que comienza a generarme cierta distorsión mental.
Tras el correo comienzo a revisar los papeles que tengo pendientes y debo atender, corregir y/o dar alguna salida.
A partir de ahí es cuando mi cabeza comienza a funcionar en modo multitarea. Sin darme cuenta voy de una a otra cosa, de un proyecto a otro. Se agolpan en mi cerebro, a la vez, temas distintos y diferentes, sin orden de prioridad e importancia, y mi mente se lanza de un lado a otro sin control, sin llegar concluir ninguna de ellas.
Cuando me doy cuenta estoy sumido en un caos mental que me obliga a parar y volver a coger un ritmo ordenado.
Si esto ocurre, si esto te ocurre, está claro que algo no se está haciendo bien, algo no estoy haciendo bien.
En los últimos días he coincidido en la lectura de diferentes textos que recomiendan lo fundamental que es priorizar y focalizar tus tareas.
No podemos estar dedicados a tres o cuatro cosas a la vez porque eso nos lleva, inevitablemente, a la desconcentracion y, lo que es peor, a no llegar a hacer nada del todo bien.
Ser capaces de ordenar, de no pasar a la siguiente tarea sin haber concluido la anterior es fundamental si queremos cumplir con meridiano éxito los objetivos que nos planteemos cada día.
Ir de un lado a otro, de una cosa a otra, no lleva a nada.
Normalmente las cosas salen bien cuando nos centramos en ellas, sin importarnos el resto, simplificamos nuestra atención, decidimos no distraernos hasta conseguir terminar con mejores o peores resultados.
No todo importa por igual.
Es necesario que nuestro foco de atención se dirija sobre lo único que estamos haciendo en ese momento: una cosa.
Cuando tratamos de abarcar mucho no podemos controlarlo todo. Abarcamos demasiado y logramos poco.
Que estés muy atareado no quiere decir que seas eficaz.
No por hacer mucho se tiene más éxito.
Es mejor ser productivo que estar ocupado siempre.
Hay que decir NO a cosas que nos vengan si no hemos terminado lo importante.
No todo importa igual. El éxito se halla haciendo aquello que más importa.
Lo más importante que tienes que hacer hoy, en tu vida, es hacer lo más importante.
Y es que muchas veces me pongo a hacer varias cosas a la vez y termino por no hacer ninguna.
Por eso hoy he preferido terminar con estos pequeños consejos, que espero sean compartidos por muchos aunque, por su puesto, no tienen por qué ser los más correctos.
Vivamos.
Por eso hoy he preferido terminar con estos pequeños consejos, que espero sean compartidos por muchos aunque, por su puesto, no tienen por qué ser los más correctos.
Vivamos.