jueves, 22 de mayo de 2014

'Las cuatro piedras en el camino que siempre ponemos para no ser felices' por Marta Jiménez Serrano


Una encuesta realizada recientemente por Harris revelaba que sólo el 33% de los americanos son muy felices, dato que ha incitado a Gregory L. Jantz a reflexionar sobre el asunto. Jantz es el fundador del Center for Counseling and Health Resources de Washington y ha publicado un artículo en Psychology Today exponiendo qué es aquello que nos aleja de la felicidad y el bienestar en nuestra vida cotidiana. Según él, son cuatro las principales trabas que se interponen entre nosotros y la felicidad.

1. Las expectativas insatisfechas

A veces somos conscientes de ello y otras veces no, pero todos nosotros –explica Jantz– tenemos una serie de expectativas de cara a nuestra vida y a nuestro futuro. También las tenemos de cara a los demás: cómo deben actuar, cómo deben tratarnos. Algunas de esas expectativas se satisfacen a lo largo que pasan los años, pero otras no.

Debemos mantener un equilibrio sano entre tener ilusión y esperar cosas de los demásTenerlas es una importante parte de la vida que ayuda a mantener nuestras relaciones y a que tengamos ilusión por el porvenir. Las expectativas, y las ganas de satisfacerlas, nos hacen ser exigentes con nosotros mismos y con los demás, y contribuye a que nuestras relaciones personales sean saludables.

No obstante, no debemos condicionar nuestra felicidad a esas expectativas. Muchas de ellas son ajenas a nuestro control, de modo que volcar en ellas nuestra satisfacción personal puede resultar muy frustrante. Así, debemos mantener un equilibrio sano entre tener ilusión y esperar cosas de los demás, sin que el incumplimiento de esas ilusiones suponga una total desazón para nosotros.

2. Llevar la cuenta

No tiene sentido aferrarse a un rencor o a un recuerdo negativo cuando las cuentas ya se han saldado y ya nos han pedido perdón. No se trata de compararse continuamente con los demás y llevar la cuenta de lo que nos han hecho o nos han dejado de hacer.

Para librarnos de los rencores, que nos hacen profundamente infelices, debemos centrarnos en otros pensamientos más positivos y más sanos. Jantz propone los siguientes:
Las acciones de la persona que nos ha ofendido no eran una cosa personal, en realidad su actuación es fruto de sus propios dolores e inseguridades.
Cada cual actúa del mejor modo posible según su situación y sus circunstancias vitales.
No vale la pena seguir regodeándose.
A parte de lo que no me gusta de ella, ¿qué hay en esta persona que admiro y aprecio?

Es verdad que en un principio estos comentarios nos parecerán forzados y no tendrán nada que ver con los sentimientos reales que tenemos de cara a la persona que nos ha decepcionado. Por eso es importante poner una atención consciente en ellos: sólo el hecho de querer pensar bien y no mal es un paso fundamental que nos aproxima al perdón sin rencores.

3. El estrés

Solemos percibir que la presión a la que estamos sometidos en nuestro día a día proviene de una fuente externa. Tanto en casa como en el trabajo nos hacemos responsables de las expectativas emocionales y físicas de los demás. Sin embargo, en muchísimos casos el estrés que sentimos está más bien relacionado con las expectativas que nosotros mismos tenemos sobre nuestra persona.

Provenga de donde provenga, el manejo del estrés es fundamental para nuestra salud emocional y física. Jantz da algunos consejos para combatirlo:
La meditación: pasa algunos minutos al día concentrándote en la respiración, haciéndote consciente de tu cuerpo y entrando en un estado de tranquilidad mental.
El ejercicio: 30 minutos diarios de ejercicio físico, yoga o cualquier otra actividad que implique un movimiento corporal tiene efectos positivos en la salud y en nuestro estado de ánimo.
El aire libre: es necesario pasar tiempo fuera, ya que se ha probado que la naturaleza aleja de nosotros el estrés.

4. Las relaciones no resueltas

Muchas veces las situaciones anteriormente citadas están ligadas a una relación inconclusa o no resuelta. La ira y el enfado hacia alguien es un inhibidor fortísimo de la felicidad.

Aunque la relación ya haya concluido, si alguien nos ha hecho daño en el pasado debemos haber cerrado ese capítulo mentalmente, porque si no tal vez no estaremos actuando según nuestros propios deseos, sino contra o para algo. Debemos examinar detenidamente nuestra situación emocional y resolver todos aquellos conflictos que queden pendientes. Empezar de cero es una manera saludable de afrontar el día.

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